“GRAND-MÉRE” (ABUELA)
Si esta receta no es requete-sencilla “que venga Dios
y lo vea”. Mi abuela María me la pasó hace muchísimos años y viene de la mano
de una íntima amiga francesa que a su
vez la recibió de una tatarabuela suya. Por eso, en honor a “las abu”, se las
cuento.
¡Rápido “a la cuisine” (cocina) que no tardamos nada
en conseguir un flan suave, movedizo y riquísimo que se deshace en la boca!
Ingredientes
.6 Huevos
.6 Cucharadas grandes de azúcar
.3 Cucharadas grandes de azúcar para caramelizar el
molde
.3/4 Litros de leche (un poco menos de 4 tazas)
.1 Cucharilla de esencia de vainilla (o de té fuerte)
Preparación
¿Tenéis una flanera a mano?. Pues vamos a comprar una
¡ya!. Son muy baratas y siempre es bueno tenerlas en casa, porque resultan
indispensables para hacer ésta y otras recetas que compartiremos.
Ponemos las 3 cucharadas grandes de azúcar en el molde
(flanera) y salpicamos por encima con
unas gotitas de agua – mojando los dedos bajo el grifo y haciendo “plin,
plin” para que se humedezca solo un poco- .
Colocamos sobre el fuego, removiendo con palillo de
madera de los que usáis para las brochetas,
formando un caramelo espeso (primero tomará un color beige pasando
a marrón oscuro) que esparciremos
moviendo de forma circular para que cubra, no solo la base, sino también los
costados. Ya está, ahora a enfriar…
Precalentamos el horno a 180º y en la parte media con calor abajo, ubicamos una fuente bien honda con
agua caliente.
Cerramos la puerta y ¡hála! …a seguir que lo siguiente
es “coser y cantar”.
Cascamos los 6 huevos en un bol, incorporamos las 6
cucharadas de azúcar (de las de sopa) bien gordas, los 3/4 litros de leche – un poquito menos de
4 tazas de las de desayuno- y una cucharilla de esencia de vainilla que puedes
reemplazar por té fuerte que le da un Touch
peculiar.
Ahora: bate, bate y bate (con batidora eléctrica de paletas ¡no Minipimer!) unos tres minutos
hasta que suba la preparación y compruebes que hay mucha espuma por encima.
Vierte la crema en la flanera, sube la temperatura a 250º, coloca el molde dentro de la fuente
con agua caliente (eso se llama “cocer a Baño María”), cierra la puerta y
olvídate de ella por un buen rato. Pero ¡ni que te lo pidan de rodillas abras
la puerta hasta pasados 25 minutos!, y
si la curiosidad te mata, espía por el visor a ver cómo va.
Cuando se cumplan
45 minutos ábrela despacito, pincha con un palillo largo y si sale seco ¡voila!
(Puede que
necesite algo más de cocción – depende del horno- así que déjalo hasta comprobar que al pinchar
no “arrastre” parte de la mezcla y esté sequísimo)
Mucho
cuidado con lo siguiente: apaga y abre A MEDIAS la puerta “dejando asomar la nariz” al flan para que se
entibie dentro. No lo saques ya que se hundirá y estropeará ¿vale?.
Ahora ¡a la nevera!, hasta que te pida a gritos una
bufanda, le pases un cuchillo afilado por los bordes – para despegarlo- y lo
desmoldes sobre un plato grande (no olvides que tiene caramelo y puede
derramarse el líquido restante).
Ya verás cuando lo pruebes que la textura es más suave
que ninguna, tiene “ojitos” gracias al haber batido bien la mezcla y está mucho
más sabroso que los comprados para preparar.
A mí me encanta acompañar cada ración con un buen
copete de nata batida o dulce de leche. Pero como en cuestión de gustos no hay
nada escrito…vosotras decidís…
Hasta la próxima.
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