Hay olores, sabores, que te hacen volver la cabeza hacia
atrás y regresar, por ejemplo, a la infancia. Un sitio donde prácticamente los
problemas no existían (prácticamente, recalco), la cocina era punto de reunión
y cada comida una verdadera fiesta.
Me sucede en muchas ocasiones y esta vez no fue una excepción
cuando traspasé el umbral de la casa de una amiga – que nos invitó a almorzar- y nos sorprendió con una
delicia: unas “Codornices en escabeche” que me gustaron tanto al punto de
“fotografiarlas” y copiar la receta para subirla a nuestra sección.
Es verdad que es un plato que no rinde ya que son super pequeñitas y si tienes gente en
casa a los que les gusta comer de forma abundante – de esos que mejor
comprarles un traje que convidarlos- por eso pregunté si se podía hacer lo
mismo con un pollo cortado en trozos. Y como la respuesta fue ¡¡¡sí!!!, lo hice
y quedó realmente fantástico.
Así que ahí va la receta
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Ingredientes para 4
personas
.Codornices 6 o un
pollo mediano cortado en trozos
.Zanahorias, 3 cortadas
en bastones gruesos
.Cebollas 2, cortadas
en rodajas gruesas
.Ajo, 6 dientes
.Laurel, 2 hojas
.Pimienta negra en
grano, 1 cucharada
.Vino blanco, 2 vasos
(medianos)
.Vinagre, 1 vaso
pequeño
.Agua, 1 vaso grande
.Aceite, 1 vaso pequeño
.Sal (a gusto)
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Preparación
Limpiar y lavar bien las codornices (o el pollo cortado en
trozos), y dorar en aceite, solo para sellar las piezas. Retirar.
En la misma cazuela (yo lo hice en una de barro para no ensuciar la cocina y evitar que salpique
a diestro y siniestro), rehogar las cebollas, zanahorias y los dientes de ajo
(al final ya que si se fritan demasiado le da un gusto amargo ¡horrible!).
Una vez que estén “medio transparentes”, agregar las
codornices o el pollo y cubrir con el vino, vinagre, agua y el resto del
aceite. Tiene que quedar todo muy, pero que muy bien tapado. ¿Qué pasa si nos
quedamos cortos de líquido? ¡Nada! ¡No pasa nada, porque le agregamos más vino,
agua y vinagre en proporción. Por ejemplo: medio vaso de cada uno. ¿Vale?
Ahora: a cocinar (fuego bajo) durante una hora u hora y media
(depende del tamaño de las piezas) removiendo de vez en cuando para evitar que
se pegue y echándole ojo para que no se consuma a tope la salsa.
Estará a punto cuando pinchando con la punta de un cuchillo
confirmamos que la carne está blandita y lista para reposar.
Apagamos el fuego. Destapamos la cazuela y dejamos entibiar
en su propio jugo, acompañando con un arroz blanco bien “al dente” y las
verduras con las que lo cocinamos
¡Me olvidaba! Apuesto doble
contra sencillo que no sobrará ni un trocito, pero si pasara ¡a la nevera a
esperar estómagos hambrientos! porque sin problemas dura hasta unos cuatro o
cinco días y solo hay que calentarlo para volver a disfrutar.
¡Hasta la próxima!