Estoy segura que en cuanto veáis la receta que presentamos, vais a lanzar un resoplido como
diciendo: “¿Tortilla?, ¡vaya invento, si todo el mundo la sabe hacer y siempre
sale fantástica!”.
¡Error!. ¡Craso error!. ¿Podéis creer que hice una encuesta
entre mis mejores amigas/os, y todos admiten que siempre hay un punto en el que fallan? “Demasiado cocida”. “Crudona”.
“Pasada”, son algunos de los comentarios que
he escuchado.
Como sabéis tengo especial admiración por los platos que preparaban
nuestras abuelas: siempre estaban en su punto, no tenían pega alguna y los devorábamos sin rechistar.
Por eso, aquí va la
receta de la Tortilla “Isabel”, como la hacía la “abu” de mi marido- y por eso
lleva su nombre- , alta, esponjosa, tierna, con el toque exacto de sal y un
sabor ¡incomparable!.
¿Listas/os?. Seguidme a la cocina que más rápido que ligero os cuento como la vamos a preparar.
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Ingredientes (para 4
personas)
. Patatas medianas, 8
.Cebollas medianas, 2
.Huevos, 6
.Leche, 1 cucharada
sopera
.Sal, 2 cucharillas de
las de café
.Pimienta negra molida
(a gusto)
.Aceite de girasol
(para freír)
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Preparación
Pelar y cortar las 8 patatas en rodajas muy finas y esparcir
en un colador grande, echándoles agua fría por encima hasta quitarles todo el
almidón. Dejar escurrir sobre un
paño, colocar otro por encima secando bien
dejando reposar apenas unos minutos.
¿Ya tenemos las 2 cebollas medianas desnudas y picadas?. ¡Genial!. Es el momento de batir como posesas los 6 huevos, a los que
agregamos una cucharada (sopera) de leche para aligerar la mezcla. Cuando hayan
hecho espuma – por aquí y por allá- estarán listos.
Regamos una sartén grande con 2 cucharadas de
aceite y fritamos las patatas y las cebollas, dándoles vuelta para que se
cocinen requetebién, rociándolas con
la sal para que se hagan más rápido y los sabores se entre mezclen.
Una vez listas, agregamos los huevos batidos, bajamos ligeramente el fuego y con un tenedor
de madera vamos abriendo agujeritos para
que la parte de abajo se cocine de forma uniforme (y no quede líquido “a la
vista”).
Con mucho cuidado, sobre la pila (pileta) de la cocina, damos
la vuelta con ayuda de una tapa ¡¡¡¡a no quemarse y mantener el equilibrio que
pesa ¿eh?!- volvemos a colocar sobre la hornalla y echamos mano nuevamente del
tenedor (de madera) haciendo orificios para
evitar que quede cruda.
Otra vez a tapar, desmoldar y ¡voilá!
¿Un detalle? ¡Antes de servir, moler por encima la pimienta negra, que le dará
un sabor “súper especial”, prácticamente idéntico al que conseguía la abuela
“Isabel”.
Ya me contaréis. Pero de momento ¡a disfrutar!...
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