Soy de las que cree fervientemente –
tozudamente- que siempre que llovió
paró, por eso esta semana, le doy un
reverendo patadón a la negatividad y
me zambullo en la cocina para explicaros una receta fantástica con la que
seguramente vais a triunfar.
Lo prometo.
¿Por qué Pollo a “la Chilindrina”?.
Los nostálgicos recordaréis que era la vecinita de “El Chavo”.
Cómplice de sus trastadas.
Le encantaba el pollo que preparaba su madre, con
cebolla, pimientos, ajo…
Porque nos hizo pasar ratos inolvidables.
Porque nos hizo reir.
Y porque hoy, necesitamos más que nunca apelar al humor, lo he bautizado con su nombre.
“¡Va por ti, amiga!”…
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Ingredientes
para 4/6 personas
1 Pollo
grande (2 kg) cortado en trozos pequeños
Cebolla, 1
grande
Ajo, 6
dientes picados finos
Pimiento
verde 1, cortado en tiras finas
Patatas, 2
por persona
Sal y aceite
Pimentón
picante, 1 cucharadilla de té
Vino blanco
(de cartón), 1 vaso grande
Agua, 1
pocillo (de los de café)
1 pastilla
de caldo de verduras
Preparación
¡Ánimo amigas/os, que es super fácil!
Comenzamos por fritar de ambos lados los trozos de
pollo hasta que estén bien doraditos.
¿Un truco?:
es mejor hacerlo por tandas ya que
resulta mucho más sencillo darles la vuelta.
Colocamos en una fuente y reservamos.
Vertemos en un bol el aceite para volver a usarlo en
otra oportunidad.
Cortamos las
patatas en bastones y las
acomodamos sobre una fuente que llevaremos al horno (200 grados en la bandeja del centro y con calor abajo)
Volvemos a
la cazuela y con el poquitín de aceite que
quedó en el fondo, fritamos la cebolla, el ajo picado fino y el pimiento.
Una vez que esté transparente, agregamos el
pollo, echamos por encima las cucharillas de pimentón dulce y picante y
removemos muy bien para que no se queme.
¿Ahora? Es el turno de desmenuzar (con los dedos) la
pastilla de caldo de verduras, rociar con el vino blanco y el agua y darle vueltas con la cuchara de madera para
que se integren todos los sabores.
Bajamos el fuego al mínimo y dejamos cocinar unos
cinco minutos (con la cazuela destapada) para que la salsa espese.
“¡Ya tá!”.
Emplatamos colocando los trozos de pollo, las patatas
– a las que intercalamos trocitos de pimiento crudo para darle un toquecito de color- y espolvoreamos
con perejil picado, acompañando con la salsa (aparte) para que cada uno se la
sirva a su gusto.
Siempre que hago este plato, lo acompaño con pan
casero ¡ideal para mojar y comer
hasta la última miguita!
¿La receta
del pan?
En la
próxima entrega os la cuento…
¡Paciencia!...
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