Hay un problema generalizado y que a muchos nos trae
(o nos trajo) siempre de cabeza. A los peques
no les gusta la verdura y hacérselas comer cuesta “un triunfo”, por no
decir: no la tragan ni pa atrás, y
cuando lo hacen fue después de una pelea de órdago.
¿Y si os digo que esta Torta “Pascualina” no habrá
“jamás de los jamases” discusiones y amenazas de por medio y por si esto fuera
poco querrán repetir?
Es absolutamente cierto porque esta “Pascualina”
(invento total de los genoveses que la bautizaron como: “Pasqualina”,
infaltable en los almuerzos o cenas de
Pascua porque no llevaba carne),
es sencillísima, fácil de hacer, económica y por si fuera poco ¡deliciosa!.
¿Me acompañáis al laboratorio
y empezamos ya?
Ingredientes
para la masa
.Harina. 4
tazas (de las que usamos para café con leche)
.Huevo. 1
.Levadura en
polvo. 1 sobre
.Aceite. 2
cucharadas (de las de sopa)
.Agua tibia,
para unir
.Sal 2
cucharaditas
.Azúcar. ½
cucharadita
Relleno
.Espinacas
(o acelgas) congeladas. 1 paquete
.Cebollas. 3
(medianas)
.Pimiento
rojo. 1 (pequeño)
.Jamón
Serrano cortado en taquitos (opcional)
.Huevos
duros. 3
.Sal,
pimienta, a gusto
Queso
rallado. 3 cucharadas (gordas)
.Aceite
Preparación
Vais a comprobar no solo lo rápido estará lista, ya
que en menos de una hora la podéis probar.
Comenzamos con el relleno:
En una olla con
muy poca agua, hay que poner a hervir las espinacas o acelga.
Una vez listas se deben colar para quitarles requetebién todo el líquido (yo presiono toda la superficie con un
plato e incluso después las enrollo con un trapo limpio – de esos que ya no
usamos porque resulta imposible quitarles las manchas y está “para tirar”-
¿Listo? En una sartén, fritamos bien el pimiento y las 3 cebollas; cuando
estén caramelizadas (transparentes) agregamos la verdura y salpimentamos
dejando que se terminen de hacer.
Antes de obligarlas
a descansar, incorporamos las 3
cucharadas gordas de queso rallado, los taquitos de jamón serrano y los 3
huevos duros cortados en lonchas finas. Reservamos.
……………………………………………………………………..
Voy a hacer un juego de palabras, pero no hay otra.
Esta masa no se
debe amasar mucho, sino unir
hasta que quede flexible, elástica, ¡ideal!
Para conseguirla: colocamos en un bol las 4 tazas de harina y hacemos un
hueco en el centro donde irán el sobre
de levadura, la sal, el azúcar y las dos cucharadas de aceite.
Removemos bien (con las manos, aunque en realidad
siempre utilizo la derecha y con la otra sostengo el recipiente) y agregamos muy despacio el agua tibia, hasta
conseguir un bollo flexible y elástico (tiene que desprenderse con facilidad
del recipiente)
Colocamos sobre una mesa de madera enharinada y dividimos
en dos partes, estirándola en dos círculos.
(¡No olvidéis
precalentar el horno – calor abajo – a 180 grados!)
Con uno de ellos vais a forrar una tartera
(previamente aceitada y enharinada), a volcar el relleno que os enseñé a
preparar y a tapar con el resto de masa.
Debéis presionar bien los bordes y tarara
ta tá ¡repulgar!, como si estuvierais cerrando una empanada.
No digáis
que es complicado pero si “a la primera no sale”, utilizad un tenedor (los
dientes) para sellar ¿vale?
Pintamos
toda la superficie con una yema batida (la clara se puede aprovechar para
agregar en el momento de hacer una tortilla) ¡y pinchamos toda la superficie
para que escape el vapor, a no olvidarlo!)
Llevamos al horno – en la bandeja del medio, siempre
con calor por debajo- y lo subimos a 220
grados.
Ni se os
ocurra abrir la puerta antes de pasados 20 minutos.
Pasado ese
tiempo vigilad que “se infle” y cuando comience a dorarse la superficie pinchad
con un palillo largo.
Si sale seco
¡ya está!
Podéis
cortarla en raciones, cubos pequeños para picotear con un buen vino, o
servirla como primer plato acompañada con una ensalada de tomate, lechuga y
cebolla en bols individuales.
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